Dicen que hay técnicos que te cambian la vida con una arenga. Que te miran a los ojos, te rompen por dentro y te hacen salir a la cancha como si fuera la última vez.
Bueno… esto no fue así.
En el entretiempo de un partido clave, con el equipo dos goles abajo, el DT entró al vestuario, miró a todos, tiró la gorra contra la heladera y dijo: —¿Saben qué? Jueguen como quieran. Ya estoy cansado de decir siempre lo mismo.
Silencio total. Ni una mosca se animaba a volar. Hasta que desde del fondo, el 3 de toda la vida, gritó: —¡Dale, loco, si no lo levantamos ahora no lo levantamos más!
El segundo tiempo fue otra historia. No sabemos si fue la no-arenga, la bronca o el amor propio. Pero lo dieron vuelta.
A veces, en el vestuario, no hace falta hablar tanto. Basta, con que alguien crea........
...Anónimo